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Nueva Derecha vs. Vieja Derecha, Capítulo 22: Nacionalismo Blanco Explícito

21-2-2024 < Counter Currents 34 2054 words
 

1.889 palabras


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Capítulo 1 aquí, Capítulo 21 aquí


El Nacionalismo Blanco es la monstruosa e inmoral idea de que la raza Blanca, una subespecie biológica única que se encuentra en vías de extinción a largo plazo (debido a la pérdida de hábitat y a la competencia de subespecies invasoras más resistentes) merece la misma protección que la percina tanasi, el búho manchado o los cóndores de California.


Los Blancos en Estados Unidos serán minoría antes de la década de 2050. Sé a ciencia cierta que un vasto número de Blancos estadounidenses ―izquierdistas, centristas y conservadores― se sienten profundamente incómodos con esta transformación. Saben que es una amenaza a todo lo que ellos valoran. Los derechistas se dan cuenta de que el individualismo, el capitalismo y el gobierno constitucional no sobrevivirán en un EE.UU. negro y marrón. Los progres saben que los derechos de la mujer, los derechos de los homosexuales, el ecologismo, el bienestar animal y el apoyo a “las artes” tienen poco lugar en un país dominado por mejicanos, musulmanes y Negros. (Lamentablemente, nadie en la escena política Blanca dominante piensa en la perpetuación de su familia extendida racial como un bien político en sí mismo. Pero estamos trabajando en ello.)


También sé que los estadounidenses Blancos se sentirán aún más incómodos a medida que se acerque el punto de inflexión, quizás lo suficiente para efectivamente hacer algo para frenar o revertir el proceso.


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Lo sé porque ya estoy viviendo en ese futuro. Sí, tengo acceso a una máquina del tiempo. Basta con comprar un billete de avión a California, donde ya es 2050 en el día de hoy.


Los estadounidenses Blancos sabemos que nos están arrebatando nuestro país, y tenemos miedo. Pero los estadounidenses Blancos también sabemos que es peligroso expresar nuestros temores por el futuro, por miedo a consecuencias mucho más inmediatas. Tememos que exteriorizar nuestras opiniones nos granjee muchos enemigos y pocos amigos.


Pero ¿y si la mayoría de los estadounidenses Blancos llega a pensar así? ¿Y si la mayoría decide que ya hay muy pocos Estados Euro-caucásicos en el hemisferio occidental, y demasiados Estados no-Blancos atrasados castellanoparlantes? Este país es aún lo suficientemente democrático para cambiar de política, si el pueblo se levanta y lo exige.


Pero no basta con que la mayoría simplemente crea algo. La mayoría necesita saber que es mayoría, y los políticos también tienen que saberlo. Eso significa que la gente tiene que declarar sus creencias públicamente, de modo que pueda unirse como mayoría consciente de sí misma. Una mayoría silenciosa carece de poder alguno.


Y para que una mayoría silenciosa tome conciencia de sí misma, al menos parte de ella debe hablar. Una minoría valiente tiene que pronunciarse y mantenerse firme el tiempo suficiente para que los menos valientes hagan acopio de valor y se les unan. Gradualmente, la multitud crece al añadir, capa sobre capa, gente cada vez más tímida y tibia, hasta que finalmente atrae hacia sí al contrapeso de todo movimiento de masas: la gente que se une simplemente porque quiere estar en el bando ganador. En ese momento, la gente más despreciable de todas, los políticos, se unirán y la nueva mayoría se impondrá. Es un proceso que sólo puede comenzar, sin embargo, con unos pocos hombres valientes arriesgándose a elevar el listón a un nivel que sus compañeros menos valientes podrían alcanzar o no.


En pocas palabras, necesitamos Nacionalistas Blancos explícitos. Necesitamos muchos. Y necesitamos que aparezcan cuanto antes.


Idealmente, los Nacionalistas Blancos explícitos deberían proceder de todos los ámbitos de la vida, clases sociales, regiones, religiones, culturas, subculturas y etnias, de modo que la gente de todos esos grupos pueda identificarse con ejemplos concretos de Nacionalistas Blancos explícitos.


Además, también sería ideal que los Nacionalistas Blancos explícitos fueran en promedio más inteligentes, más guapos y más exitosos que los otros miembros de sus correspondientes grupos específicos, ya que queremos que la gente no sólo se identifique con ellos, sino que también los admire.


Obviamente, nos queda mucho camino por recorrer.


Pero hay buenas razones para ello.


En los Estados Unidos, no es ilegal ser Nacionalista Blanco. Al menos, aún no. Los Nacionalistas Blancos no están siendo arrestados, encarcelados, torturados y asesinados por el Estado. Aunque sabemos que nuestro gobierno está haciendo estas mismas cosas a ciudadanos no estadounidenses por todo el globo.


Ser Nacionalista Blanco explícito le expone a uno, sin embargo, a todo tipo de acoso privado, tanto legal como ilegal. Los Nacionalistas Blancos explícitos son objeto de abusos verbales, incluyendo la condena moral. Los Nacionalistas Blancos explícitos pueden perder oportunidades empresariales y laborales. A veces se pierden amigos. Incluso pueden ser rechazados por la familia o perder su matrimonio. En muy raras ocasiones, los Nacionalistas Blancos son objeto de violencia criminal por sus creencias, o son acusados de criminales por el gobierno.


Pero, generalmente, las represalias son menores. Uno puede tener unos pocos intercambios acalorados de los que elevan el ritmo cardíaco. Puede que tenga que aguantar un ambiente laboral incómodo. Se puede perder la compañía de amigos tibios y cobardes. (Dado que se está tratando con cobardes, a menudo sucede que uno ni siquiera sabe realmente por qué ciertos amigos y conocidos se alejan.) Pero no está mal librarse de ese tipo de personas y eventualmente se acabará encontrando nuevos amigos que sean capaces de entablar una relación más significativa y profunda ―amigos que también comprendan el gran problema al que se enfrenta el mundo hoy―.


Debido a estas dificultades, muchas personas que se unen al Nacionalismo Blanco prefieren permanecer en silencio. Razonan que no ganan nada haciendo públicas sus simpatías, ya que muy pocas personas piensan como nosotros, y muy pocas de ellas saldrían en defensa de alguien que está siendo atacado públicamente por abogar por la existencia continuada de nuestra raza.


Esto es especialmente cierto en el caso de los Nacionalistas Blancos que tienen mucho que perder ―dinero y estatus, conexiones comerciales, sociales y políticas ― y que quieren mantenerse junto a su familia en una trayectoria social ascendente.


Éste es exactamente el tipo de personas que los Nacionalistas Blancos necesitamos a nuestro lado.


Los únicos que no tienen nada que temer del oprobio social son aquéllos que no tienen nada que perder. Pero la gente que no tiene nada que perder tampoco tiene mucho que ofrecer. Y ya tenemos suficiente gente así.


Una de las formas más comunes de dedicarse al activismo pro-Blanco y de protegerse al mismo tiempo es usar un pseudónimo. Eso proporciona la mayor parte de la protección que da el silencio y, sin embargo, te permite hablar. Un gran porcentaje de los mejores activistas Blancos pertenecen a esta categoría.


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Entonces, ¿cómo podemos formar un equipo ganador con biotipos normales, que son mayoritariamente personas silenciosas, y biotipos explícitos, que son mayoritariamente personas marginales?


La división natural del trabajo se sugiere por sí sola. Los Nacionalistas Blancos explícitos tienen que salir a la luz pública, mantenerse firmes y abrocharse el cinturón para la larga, dura y ardua tarea de ganar a más gente para nuestro bando. Los Nacionalistas Blancos silenciosos tienen que extender cheques. O, si tienen miedo de firmar cheques, tienen que meter dinero en sobres.


Según uno de sus amigos, Wilmot Robertson contaba que, a lo largo de los años, tuvo noticia de gente rica y poderosa que estaba de acuerdo con él, pero le decían que no se atrevían a hablar públicamente. Cuando les pedía que lo apoyasen para que hablara en su nombre, le decían que tampoco se atrevían a ello. ¿Tenían miedo de que se rastrearan sus cheques? Tal vez, pero en todos los años de publicación de Instauration, Robertson tampoco recibió nunca un sobre anónimo con dinero en efectivo.


¿Cómo podemos forjar una relación cordial y productiva entre Nacionalistas Blancos explícitos, incluidos aquéllos que usan pseudónimos, y los que optan por mantenerse en silencio? Estas dos pautas son un buen comienzo:



  1. Todo aquél que se une al Nacionalismo Blanco debe determinar su propio nivel de implicación y explicitud.

  2. Los demás deben respetar su decisión. Los Nacionalistas Blancos tienen derecho a mantenerse en silencio. Los Nacionalistas Blancos tienen derecho a usar pseudónimos.


Esto implica que



  1. Está mal que los Nacionalistas Blancos explícitos denigren a la gente que desea permanecer en silencio o usar pseudónimos.

  2. Está mal que los Nacionalistas Blancos explícitos “excluyan” a la gente que desea permanecer en silencio o usar pseudónimos.


Las decisiones y los motivos humanos son complejos. Desde fuera, no podemos presumir saber por qué otras personas deciden mantenerse en silencio o adoptar pseudónimos. Estas decisiones, por lo tanto, no pueden ser tomadas ipso facto como prueba de cobardía, venalidad, estupidez o falta de honradez. E, incluso si tales motivos jugaran un papel, las personas pueden crecer en coraje, idealismo y entendimiento.


Las personas de buen carácter pueden tener buenas razones para permanecer en silencio u ocultar sus nombres. Los Nacionalistas Blancos explícitos que no pueden o no quieren entender esto son un peligro para el movimiento. Alejan a gente que, de otro modo, podría contribuir. Y crean un clima de miedo y desconfianza que dificulta el trabajo en equipo por parte de las personas que se quedan.


Cuando los Nacionalistas Blancos explícitos hostigan y amedrentan a los Nacionalistas Blancos silenciosos para que abandonen su puesto, o cuando critican a quienes deciden utilizar pseudónimos, la conclusión natural de las personas sensatas y prudentes es: “En algún momento, este tipo va a empezar a ‘delatar’ a la gente.” Tienen razón en estar preocupados, y los Nacionalistas Blancos explícitos tienen que dar un paso al frente y decir algo al respecto. Hay que reprender a los regañones y denunciantes, y, si persisten, hay que apartarlos. Es la única forma de que el movimiento explícito pueda ganar credibilidad y empiece a crecer.


Los Nacionalistas Blancos silenciosos o anónimos necesitan corresponder a estas cortesías de la siguiente manera:


1. No te quejes de la naturaleza marginal de los Nacionalistas Blancos explícitos.


La principal razón por la que los Nacionalistas Blancos explícitos son menos mainstream que el resto es porque los más mainstream prefieren el silencio o el anonimato. La forma más rápida de cambiar eso no es quejándose, sino haciéndose explícito. Si no estás preparado para ello, entonces no seas duro con nosotros. Ya recibimos suficientes ataques por parte del Sistema. No necesitamos que los nuestros también se quejen. Así como hay buenas razones para ser silencioso o anónimo, hay buenas razones por las cuales muchos Nacionalistas Blancos explícitos son excéntricos. Las ideas excéntricas atraen gente excéntrica. Una vez que nuestras ideas se generalicen, el público general se sentirá atraído por ellas. Los Nacionalistas Blancos excéntricos, sin embargo, no tienen la culpa de la mala prensa que reciben los Nacionalistas Blancos. La mala prensa proviene de plantear una crítica fundamental al Sistema.


2. No vengas a nuestras reuniones y empieces a presentar todas las razones por las cuales es mejor permanecer en silencio y en el anonimato.


Todos somos conscientes del mundo en el que vivimos. Patear al caballo muerto sólo hace que nos resulte más difícil reclutar y movilizar a gente buena, lo que refuerza la marginalidad del movimiento, lo cual hace que sea inteligente mantenerse en silencio, y, de ese modo, el ciclo continúa. Rompe el ciclo manteniéndote en silencio. O, mejor aún, ofrece palabras de motivación y consejos constructivos para eludir las consecuencias negativas de la defensa pro-Blanca explícita.










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