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Nueva Derecha vs. Vieja Derecha, Capítulo 12: La Cuestión Cristiana en el Nacionalismo Blanco

24-11-2023 < Counter Currents 24 1151 words
 

1.050 palabras


English original here, see also French, Polish, Slovak


Capítulo 1 aquí, Capítulo 11 aquí


Hay una fuerte tendencia anticristiana en el Nacionalismo Blanco contemporáneo. El argumento es más o menos el siguiente: el cristianismo es una de las principales causas del declive de la raza Blanca por dos razones. Primero, otorga a los Judíos un lugar privilegiado en la historia sagrada de la humanidad, un rol que ellos han utilizado para obtener su enorme poder sobre nosotros en la actualidad. Segundo, las enseñanzas morales cristianas ―culpa colectiva innata, redención mágica, universalismo, altruismo, humildad, mansedumbre, poner la otra mejilla, etc.― son la causa principal del actual suicidio de la raza Blanca y el principal impedimento para revertir la tendencia. Estos valores no son menos cristianos en origen sólo porque los liberales y socialistas seculares descarten sus adornos sobrenaturales. La conclusión habitual es que la raza Blanca no podrá salvarse a menos que rechace el cristianismo.


Pienso que este argumento es correcto a medias. Creo que el cristianismo es una de las principales causas del declive Blanco, por las razones expuestas anteriormente. Pero no considero que descartar el cristianismo sea una condición necesaria para el renacimiento Blanco. Yo no soy cristiano. Pero el hecho de que no sea cristiano puede dar credibilidad a mi argumento de que el movimiento Nacionalista Blanco no necesita ni debe ser anticristiano.


Primero, aunque el debate intelectual es sin duda parte importante del Nacionalismo Blanco (quizás una parte demasiado grande), no debemos perder de vista el hecho de que el Nacionalismo Blanco es un movimiento político, no puramente intelectual. Los movimientos intelectuales requieren ponerse de acuerdo en los principios básicos y los objetivos finales. Los movimientos políticos sólo requieren ponerse de acuerdo en los objetivos prácticos.


Nuestro objetivo es un Etnoestado Blanco en Norteamérica. Este objetivo político es, de hecho, compartido tanto por cristianos como por no cristianos. Para conseguir un Etnoestado Blanco, tenemos que trabajar con nuestros aliados, no contra ellos. Podríamos desear que estuvieran de acuerdo con nosotros en otros asuntos además del objetivo de un Estado Blanco. Pero esto no es necesario, y hacer hincapié en las diferencias de opinión no es productivo. Cuando uno está en las barricadas, no se vuelve hacia sus camaradas y empieza a buscar culpables.


Sin embargo, no hacer énfasis en las discrepancias no es lo mismo que ocultarlas. Un movimiento Nacionalista Blanco maduro y saludable debe promover una cultura de apertura y franqueza. Debemos estar tan dispuestos a expresar nuestras diferencias de forma civilizada como a dejarlas de lado para trabajar por el bien común.


Segundo, el cristianismo puede ser una condición necesaria del suicidio racial Blanco, pero no es realmente la fuerza motriz. El cristianismo hace tiempo que dejó de ser el poder dominante en las sociedades occidentales o en las vidas individuales de los cristianos. En su lugar, las iglesias predican el suicidio Blanco y el sionismo cristiano porque desean hacerle la pelota a la verdadera estructura de poder político e intelectual, y hoy esa estructura de poder está abrumadoramente dominada y definida por los Judíos y los intereses Judíos.


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Tampoco es que se trate de un fenómeno nuevo. Desde hace mucho tiempo, la Iglesia ha ajustado sus velas a los vientos de la conveniencia. Cuando había monarcas absolutos, la Iglesia predicaba el derecho divino de los reyes. Cuando había esclavitud, pedía a los esclavos que obedecieran a sus amos. Cuando había patriarcado, les enseñaba a las esposas a obedecer a sus maridos.


Es tentador condenar esta tendencia como mero oportunismo político, pero sería un error. La Iglesia siempre ha sido flexible a la hora de plegarse a las ortodoxias políticas e intelectuales imperantes porque, en definitiva, su reino no es de este mundo. A pesar de aberraciones como el movimiento del Evangelio Social, la Iglesia siempre ha estado más preocupada por salvar almas individuales que por la justicia social. Por ello, los eclesiásticos consideran que hacer la pelota a los poderes seculares es un precio pequeño para mantenerse en el negocio de salvar almas.


Lo que esto implica para el Nacionalismo Blanco es que la Iglesia resistirá contra nosotros con menos fervor que contra aquéllos cuyos objetivos son principalmente seculares, como las organizaciones Judías, las organizaciones étnicas no Blancas y la izquierda secular. Y cuando obtengamos el poder, los sacerdotes empezarán a buscar versículos bíblicos para justificar el nuevo régimen. No hay razón por la cual un régimen Nacionalista Blanco no pueda volver a convertirse en un nuevo César, al que los cristianos presten su lealtad secular mientras reservan su lealtad religiosa a Dios.


Tercero, es un principio básico de lucha política que uno siempre debe trabajar para preservar la unidad de sus filas mientras fomenta la división entre el enemigo. La resistencia cristiana al Nacionalismo Blanco será más débil si las iglesias están divididas, y pueden estarlo si hay cristianos en nuestras filas, especialmente cristianos con vínculos personales con líderes de Iglesia. La resistencia será más fuerte, sin embargo, si el Nacionalismo Blanco deja de ser un movimiento meramente político y toma el aspecto de una cruzada anticristiana.


Una vez que surja el régimen Nacionalista Blanco, los Nacionalistas Blancos cristianos pueden usar sus lazos con las iglesias para conseguir que se ajusten mejor al nuevo orden.


Aunque la presencia de cristianos en el movimiento Nacionalista Blanco ayudará a dividir las iglesias y a debilitar su resistencia, su presencia no dividirá ni debilitará el Nacionalismo Blanco mientras siga siendo un movimiento puramente político unido solamente por el propósito de un Estado Blanco.


Hoy en día, el Nacionalismo Blanco es un movimiento políticamente de derechas. Algún día, sin embargo, podría convertirse en simple sentido común de los Blancos de todo el espectro político. En mi opinión, esto sería un desarrollo positivo, porque en lo que respecta a religión y política, soy bastante liberal: creo en la separación entre religión y política y en basar las decisiones políticas en la razón secular.


A mí me parece afortunado que la separación de Iglesia y Estado en el Estado Blanco pueda ser una necesidad de la realidad política. El movimiento Nacionalista Blanco debe unir en la lucha por un Etnoestado a Blancos de convicciones religiosas muy diferentes. Esto significa que debemos construir hoy tolerancia y pluralismo religioso en nuestro movimiento, lo que significa que conformarán nuestro Estado el día de mañana.










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